Michele Damasceno, Divina Liturgia, Θεία Λειτουργία, XVI sec., Museo delle Icone e delle Sacre Reliquie dell'Arcidiocesi di Creta, Candia |
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quinta-feira, 27 de setembro de 2012
LOS MISTERIOS DE LA MISA, por Rvdo. Padre Martin Von Cochem O.F.M.
LOS MISTERIOS DE LA MISA, por Rvdo. Padre Martin Von Cochem O.F.M.
CAPITULO 3.
Ahora voy a hablar de los misterios de la Misa.
Dice el profeta David: “Venid y ved las proezas de Yave, los prodigios que obró sobre la tierra” (sal. 46,9).
Muchos son los milagros y signos que Cristo ha hecho en la tierra, pero de todos, el mayor y mas maravilloso es la institucion de la Santa Misa en la Ultima Cena.
Es el sumario, por decirlo asi, de todas las maravillas que Dios ha llevado a cabo, y, esta tan repleta de misterios que San Buenaventura no vacila en decir de ella: “La Santa Misa esta tan llena de misterios como el océano esta lleno de gotas o como el Cielo esta lleno de estrellas, o como las Cortes del Cielo están llenas de ángeles. Pues en ella se realizan tantos misterios diariamente que no se si puedo decir si maravillas mayores o más sublimes han sido hechas aún por la omnipotencia divina.”
Esta declaración suena extraña y casi increíble. ¿Realmente es verdad que no se pueden enumerar los misterios contenidos en la Santa Misa?.
Sánchez está de acuerdo con San Buenaventura en este punto, puesto que dice: “En la Santa Misa recibimos tesoros tan maravillosos y reales, dones tan divinos y costosos, tantos beneficios referentes a esta vida temporal, esperanza tan segura para la vida que va a venir, que, sin fe, sería imposible para nosotros creer que estas afirmaciones son verdaderas.”. Por estas palabras quiere decir que las cosas buenas, tanto para el presente como para el futuro, que recibimos por la Santa Misa, exceden a nuestros poderes naturales de creencia; y si Dios no nos hubiera dado el don de la Fe sobrenatural – por la cual somos habilitados para que podamos creer cosas que no podemos comprender completamente, nunca daríamos crédito a los beneficios que sacamos de la Santa Misa.
El mismo escritor añade: “Tal como se puede tomar del mar o de un río toda el agua que se necesita, no sólo sin agotarlo, sino sin aun disminuir su volumen de ninguna manera, así es con la Santa Misa. Tan inconmensurablemente grande es, que no puede sufrir ninguna disminución, mucho menos agotamiento de su plenitud.”. Esta comparación nos enseña que la Santa Misa es un océano de gracia y misterios gloriosos, de que podemos obtener diariamente toda clase de cosas buenas tanto para nuestras almas como para nuestros cuerpos.(*)
LA MISA DE SAN JUAN FACUNDO.
El siguiente incidente notable será útil para ilustrar lo que acabamos de decir y para fomentar una devoción mayor a la Santa Misa.
Leemos en la vida de San Juan Facundo, un miembro famoso de los Agustinos, que nunca dejó de celebrar la Misa lo más temprano que podía, llevado de su gran anhelo de recibir al Señor.
Sin embargo, era tan lento que acabó por no encontrar acólitos dispuestos a servirle. Fue entonces el Santo al Prior y le suplicó….
“Oh qué misterios tan asombrosos ocurren durante la Santa Misa. Con que devoción deberíamos escuchar y participar. Un día sabremos lo que Dios hace por nosotros en cada Santa Misa y qué Don prepara para nosotros en ella. Sólo su amor divino puede permitir que nos sea dado tal regalo”. (Santa María Faustina Kowalska. Diario).
…..ordenase a un hermano hacerlo. Pero el Prior le habló con aspereza, diciendo: “¿Por qué molestas a los hermanos tardando tanto tiempo en tu Misa?. Yo exijo más bien que celebres la Misa como lo hacen los demás Sacerdotes.”. Juan hizo lo que le fue mandado, pero la obediencia le costaba tanto que fue otra vez al Prior y le suplicó que retractase su mandato. El Prior no consintió hasta que Juan le confió, bajo secreto de confesión, las razones que le hacían imposible para él celebrar más rápidamente. Entonces el Prior mandó a los hermanos que sirvieran a la Misa del P. Juan aunque pusiese a prueba su paciencia. Con el permiso del Santo, el Prior le confió a otro Sacerdote: “Puedes creerme cuando te digo que la razón de porque el Padre Juan tarda tanto tiempo en celebrar la Misa es porque Dios le revela los misterios profundos que se efectúan en la Misa – misterios tan sublimes que ninguna inteligencia humana es capaz de comprenderlos.
Los secretos que me divulgó concernientes a ellos eran de una naturaleza tan tremenda que estaba yo asombrado con temor reverencial y casi me desmayé. Es cierto que Cristo con frecuencia se manifiesta visiblemente a este Padre, hablando con él como con un amigo y mostrándole sus cinco Sagradas Llagas, de las cuales sale una luz muy resplandeciente que envolviendo al Santo, aviva tanto el alma como el cuerpo de modo que no siente ninguna necesidad de alimento. También contempla el Cuerpo de Cristo radiante como el sol de mediodía, y percibe su hermosura y gloria infinita. Tal son las cosas sublimes y divinas que es privilegio saber, misterios que no son dados a los hombres para desentrañar, y menos para pronunciar. Desde que Le enteré así de los beneficios inmensos dados a la humanidad por la celebración o asistencia a la Misa, he hecho una resolución firme de nunca dejar de celebrar o asistir a Misa, y hacer todo lo posible por inducir a otros para que hagan lo mismo.”. De estas notables observaciones del Prior, vemos claramente los misterios solemnes que contienen en la Santa Misa que hay que reverenciar profundamente.
TIPOS DE SACRIFICIOS DE LA MISA EN EL ANTIGUO TESTAMENTO.
Antes de continuar explicando qué son estos misterios, mostraré como varios tipos de sacrificios en el Antiguo Testamento son cumplidos, y, por decirlo así, renovados en la Misa.
(1) El Sacrificio de Abel.
El primer tipo del Sacrificio de la Misa es el de Abel, que le ofreció un holocausto de los primeros corderos de su rebaño al Señor su Dios con verdadera devoción y como un reconocimiento de su sujeción a la divina majestad. Aprendemos que su ofrecimiento era agradable a Dios de las palabras de la Sagrada Escritura: “…y agradóse Yavé de Abel y su ofrenda…” (Gen. 4, 4); o como ha sido traducido: “El Señor encendió el sacrificio de Abel.”. Eso quiere decir, que cuando el piadoso Abel puso la madera y la oblación en el Altar y se la ofreció a Dios en oración, el fuego descendió del cielo y consumió la carne del cordero que había sido degollado. De una manera parecida, en la Misa, cuando el Sacerdote ha ofrecido la oblación de pan y vino sobre el Altar y pronunciado las palabras de la consagración sobre ellos, el Espíritu Santo, el Fuego Divino desciende del cielo y consume la oblación de pan y vino, cambiándola en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. El sacrificio de Abel se congració con Dios Omnipotente; pero el Sacrificio Cristiano es incomparablemente más agradable a sus ojos. Pues, cuando el Sacerdote oficiante eleva la Hostia y se La ofrece a Dios Padre, pronuncia las mismas palabras que dijo en el bautismo de Jesús: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo mis complacencias.”. (Mt. 3, 17)
(2) El Sacrificio de Noé.
El segundo tipo del Sacrificio de la Misa fue el sacrificio ofrecido por el patriarca, Noé; como leemos: Alzó Noé un altar a Yavé, y tomando de todos los animales puros y de todas las aves puras, ofreció sobre el altar un holocausto. Y aspiró Yavé el suave olor, y se dijo en su corazón: “No volveré ya más a maldecir a la tierra por el hombre… ” (Gen. 8, 20 – 21). Ahora bien, si el sacrificio de Noé fue tan grato a Dios que su ira fue apaciguada y que prometió no destruir nunca la tierra por un diluvio, cuánto más grato a Él debe ser el Sacrificio del Nuevo Testamento, en el cual su Hijo único es ofrecido como una víctima fragranté.
(3) El Sacrificio de Abraham(1).
Encontramos un tercer tipo del Sacrificio de la Misa en los diversos sacrificios del santo Patriarca, Abraham, que una vez ofreció a su hijo único, Isaac; y de quien se dice frecuentemente en la Sagrada Escritura: “Alzó allí en Siquem un altar a Yavé, que se le había aparecido.” (Gen. 12, 7), “…y alzó allí (cerca de Betel) un altar a Yavé, invocando su nombre de Yavé.” (Gen. 12, 8). Se dice lo mismo de Isaac y Jacob, que eran sirvientes fieles de Dios, y como todos sus sirvientes;ofrecieron holocaustos al Señor.
Todos los sacerdotes del Nuevo Testamento han sido imitadores de los grandes Patriarcas de los tiempos antiguos y han seguido su ejemplo atentamente, ofreciendo con devoción al Dios supremo, en Tiempos y lugares distintos el sacrificio más grato de la Santa Misa. Esta práctica ha sido continuada hasta hoy con entusiasmo aún más grande, puesto que es costumbre hoy para cada Sacerdote que es verdaderamente devoto ofrecer el Santo Sacrificio a Dios cada día.
(4) El Sacrificio de Melquisedec.
El cuarto tipo de la Santa Misa es el sacrificio de Melquisedec, el Rey y Sumo Sacerdote, que cuando el patriarca Abraham volvió triunfante de la matanza de sus enemigos, como una acción de gracias, le ofreció a Dios Omnipotente una nueva oblación consistiendo en pan y vino, presentados con formas y ceremonias especiales: “Y le dio Abram el diezmo de todo.” (Gen. 14, 20). Melquisedec es señalado en la Sagrada Escritura como un tipo de Cristo al que nos hemos referido en el primer capítulo de este libro.
(5) El Sacrificio de Aarón.
El sacrificio ofrecido por Aarón, y todos los demás Sacerdotes de la Ley Mosaica, es un quinto tipo del Santo Sacrificio de la Misa. [Antes de la institución de esta Ley, que fue dada por Dios mismo, los hombres justos del Antiguo Testamento, guiados por la luz de la razón le habían ofrecido holocaustos a Dios. En la Ley dada a Moisés, Dios
…….
“Abraham”, compuesto según la etimología vulgar de Ab y hamon, significa: padre de la muchedumbre. Es un testimonio perenne de la promesa divina.
…….señaló tres clases de sacrificio que tenían que ser ofrecidos por el pueblo judío. Estos eran verdaderos holocaustos, ofrecimientos de paz y de satisfacción por los pecados. Había que ofrecerle dos corderos sin mancha diariamente en el Templo en Jerusalén. Estos sacrificios de los Judíos duraron hasta el tiempo de Cristo y todos prefiguraron claramente el Sacrificio de la Cruz. En el momento en que Jesús murió en la Cruz, el Velo del Templo se rasgó en dos de arriba abajo como un signo del disgusto de Dios por el rechazo de su Hijo por los Judíos. Después de la muerte de Cristo los sacrificios judíos antiguos cesaron no voluntariamente sino a causa de la destrucción terrible de Jerusalén y su Templo en el año 70 d. C. Nunca ha sido reconstruido y nunca lo será, porque esos sacrificios fueron reemplazados por el perfecto Sacrificio del Cordero de Dios en la Cruz.
Todos estos sacrificios antiguos agradables a Dios, especialmente los de Abel, Abraham y el Sumo Sacerdote Melquisedec, son mencionados especialmente en la Santa Misa (en el Canon Romano). Después de la Consagración, el sacerdote dice: “Mira con ojos de bondad esta ofrenda, y acéptala, como aceptaste los dones del justo Abel, el sacrificio de Abraham, nuestro padre en la fe, y la oblación pura de tu sumo sacerdote Melquisedec”. Por estas palabras, la Iglesia declara que los sacrificios del antiguo Testamento fueron agradables y gratos a Dios Todopoderoso.
OPOSICIÓN DE ALGUNOS.
Algunos Católicos devotos, y muchos no – Católicos, se ofenden por esta oración y aún se escandalizan por ella, porque consideran que insinúa que el Sacerdote obliga a Dios a que acepte su sacrificio de la misma manera que aceptó los sacrificios de Abel, Abraham y Melquisedec.
No se puede negar que el Sacrificio de la Misa, en que el Sagrado Cuerpo y Sangre de Cristo son ofrecidos a Dios Padre, es mucho más agradable a Él que los animales o el pan y vino ofrecidos a Él por los Patriarcas en los tiempos antiguos. No obstante, no hay que pasar por alto que el Sacerdote no suplica a Dios Omnipotente que mire favorablemente a la Víctima que está ofreciendo, pues la Víctima es el Hijo muy amado del Padre que es incomparablemente más precioso que toda cosa creada. El Sacerdote está simplemente rogando a Dios que acepte este sacrificio graciosamente, en atención al modo, la manera, la devoción, la reverencia y la humildad con que está celebrando la Misa, como aceptó la adoración rendida a Él cuando Abel, Abrahám y Melquisedec ofrecieron sus sacrificios. Por lo tanto, el tema en cuestión no es el mérito de la Víctima – pues esto está fuera de toda duda – sino la devoción del Ministro oficiante y los fieles allí congregados, que juntan sus oraciones con las suyas.
TODOS LOS MISTERIOS DE TODA SU VIDA.
Con respecto a los misterios de la Santa Misa, hay que tener en cuenta que los Misterios principales de toda la Vida y Pasión de nuestro Señor son representados y puestos ante nosotros en ella. David predice eso cuando dice: “… ha hecho maravillas memorables, el Señor es piadoso y clemente.” (Sal. 110, 4). Y para que no tengamos ninguna duda de que este pasaje se refiere al Sacrificio de la Misa sobre nuestros Altares, dice en otro Salmo: “… rodeo tu altar Señor, proclamando tu alabanza, enumerando tus maravillas.” (Sal. 25, 6-7). Lo mismo es significado por Cristo cuando en la institución de la Santa Eucaristía, les dijo a sus Apóstoles: “Haced esto en conmemoración mía “; como para decir: “Puesto que ya el tiempo está próximo, y después de realizar la redención de la humanidad voy a dejaros e ir a mi Padre Celestial, estoy instituyendo la Santa Misa como el único sacrificio del Nuevo Testamento, en el cual todos los Misterios de toda Mi Vida y Pasión son representados y puestos a la vista de todos los creyentes’, para que nunca os olvidéis de Mí, sino siempre os acordéis de Mí.”.
Ahora probamos la verdad de estas palabras, y explicamos brevemente cómo todos los misterios de la Vida y Pasión de Cristo se contienen en la Misa.
LA ENCARNACIÓN.
Ante todo, el Misterio adorable de la Encarnación no solamente es representado, sino realmente repetido. Pues, tal como la Stma Virgen María se ofreció a Dios en cuerpo y alma, para contribuir a la Encarnación del Hijo de Dios y, por la operación del Espíritu Santo, el Verbo se hizo carne en su seno, así el Sacerdote le ofrece pan y vino al Padre Celestial, y al pronunciar las palabras de la Consagración, son cambiados por el poder del Espíritu Santo en el verdadero Cuerpo y Sangre de Cristo. Así el Misterio Divino de la Encarnación es renovado y el Sacerdote tiene a Cristo en sus manos tan realmente como la Madre de Dios le llevó en su cuerpo virginal. ¿No es eso el más grande y más asombroso de los milagros?.
LA NAVIDAD.
De una manera parecida, el misterio adorable del Nacimiento de
Jesucristo es renovado y puesto ante nosotros en la Misa. Pues, tal
como Cristo derivó su existencia humana de la Stma Virgen María, así
en la Misa a las palabras del Sacerdote, viene otra vez a la tierra con el
ropaje de la humanidad, y el Celebrante, cuando las últimas palabras
de la Consagración han pasado por sus labios realmente tiene a Dios
hecho Hombre en sus manos. Como prueba de esto, puesto de rodillas,
humildemente adora a su Dios y Creador; le eleva reverentemente,
ostentándole a los fieles allí presentes.
Tal como la Stma Virgen María
les mostró su Infante recién nacido envuelto en pañales a los pastores
sencillos que vinieron a adorarle, así el Sacerdote levanta el mismo
Cristo Infante, no ya envuelto en pañales sino oculto bajo la forma de
pan a la vista de los fieles para que le vean y le adoren como a
su Dios y Señor. Y los que hacen esto con profundo amor y reverencia, hacen un acto de fe mayor que el que hicieron los piadosos pastores, ya que ellos, contemplando con sus ojos la humanidad de Cristo, creyeron en su divinidad, mientras que nosotros vemos solamente las formas exteriores de pan y vino, y sin embargo, creemos firmemente que tanto la divinidad como la humanidad de Cristo están ocultos en ellas.
LA PRESENTACIÓN.
En la Santa Misa, el Niño que se hace presente es el mismo que fue adorado por los tres Reyes y tomado por Simeón en sus brazos y presentado por la Santísima Madre de Dios en el Templo del Padre Eterno. Podemos imitar el ejemplo de estas santas personas, ofrecerle a Cristo adoración aceptable y merecer un premio sempiterno.
Además, escuchamos a Cristo proclamando por boca del Sacerdote su Santo Evangelio a nosotros para beneficio y salvación de nuestras almas. Cuando la Misa continúa, le contemplamos ejerciendo su poder milagroso, transformando pan en su Carne y vino en su Sangre Preciosa, un milagro mucho mayor que el de Cana donde cambió agua en vino. Finalmente en la elevación, vemos a Cristo levantado en la Cruz y con los oídos de nuestro cuerpo espiritual le escuchamos intercediendo por nosotros: “Padre perdónalos, porque no saben lo que hacen…” (Le. 23, 34). Quiere decir: “No Saben qué profundamente han ultrajado a vuestra Divina Majestad con sus pecados.”.
Es verdad que no contemplamos todas estas cosas con nuestros ojos corporales, las percibimos por los ojos de la Fe sobrenatural y por esta Fe merecemos un premio más grande que el que merecieron los que las presenciaron con sus ojos. Sabemos esto por la autoridad de Jesús mismo, que dijo: “…dichosos los que sin ver creyeron.” (Jn. 20, 29). cuanto más altos y más incomprensibles son estos misterios tanto más meritoria es nuestra fe y más grande será nuestro galardón en el cielo.
En cuanto a eso, el P. Sánchez escribe: “Si los cristianos supieran como aprovecharse de estas cosas, podrían por la asistencia a una sola Misa. adquirir un repuesto de riquezas mayor al que se podría encontrar en todas las cosas creadas.”
MIRAD, ESTOY CON VOSOTROS TODOS LOS DÍAS.
Además, en la Misa, Cristo cumple esta promesa la más
verdadera y consoladora registrada por San Mateo: “Yo estaré con vosotros siempre hasta la consumación del mundo.” (Mt. 28, 20) No hay que entender estas palabras referidas solamente a su Divinidad,
sino también a su Sagrada Humanidad, la cual mora entre nosotros, presente en la Misa y en el Sacramento Adorable del Altar, dispuesto
todo el tiempo a escuchar nuestras oraciones, a darnos su ayuda cuando
la necesitemos. Además debemos observar que, en la Misa, Cristo no
esta solamente presente en persona, como en el Sagrario: está allí como
nuestra Víctima, nuestro Intermediario, para expiación de nuestros
pecados. Puesto que Cristo ejerce sus funciones sacerdotales en la
Misa. por razón de su oficio pertenece a Él, como dice San Pablo?
“Pues todo Pontífice tomado de entre los hombres, a favor de los
hombres, es instituido para las cosas que miran a Dios, para ofrecer
ofrendas y sacrificios por los pecadores ” (Heb 5,1); es decir que pueda ofrecerse a su Padre Celestial por los pecados de los hombres como se ofreció al Padre en la Cruz.
¿Cuáles son las principales razones por las que nuestro Salvador estara con nosotros día y noche hasta el fin del mundo?
(1) Porque Él es Cabeza de su Iglesia y los miembros de esa iglesia son su Cuerpo Místico y puesto que todo el Cuerpo no puede estar en el cielo con su Cabeza, es apropiado que la Cabeza se quede en la tierra con el Cuerpo.
(2) Cristo es el Desposado y la Iglesia es su Desposada con quien esta unido mucho más estrechamente que cualesquiera esposos terrenales.
Por consiguiente, su amor le impele a quedarse continuamente con su querida Esposa. San Pablo en su Epístola a los Efesios describe maravillosamente la naturaleza del amor que Cristo guarda para su Esposa: “Vosotros los maridos amad a vuestras mujeres, como Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella para santificarla, purificándola mediante el lavado del agua con la palabra, a fin de presentársela a si gloriosa, sin mancha o arruga o cosa semejante sino santa e intachable.” (Ef. 5, 25-27).
Por el santo bautismo somos hechos miembros de la Iglesia y adornados con belleza como los Ángeles. El amor de Cristo para un alma que es pura excede con mucho al amor de cualquier desposado terrenal para su desposada, por muy hermosa que sea. Y por consiguiente, no puede soportar ser separado de ella, declarando que morará con ella hasta el fin del mundo. No obstante, Cristo mora en su Iglesia, su Desposada, de una manera invisible. Su unión con ella pertenece no al orden material sino espiritual y es efectuado por fe, como nos dice en las palabras del profeta Oseas: “Seré tu Esposo para siempre y te desposaré conmigo en justicia, enjuicio, en misericordias y piedades, y yo seré tu Esposo en fidelidad y tú reconocerás a Yave.” (Os. 2, 21-22). Ahora bien, ya que Cristo se desposa con la Iglesia en fe, tiene que quedarse escondido para que su desposada es decir, las almas de los fieles, puedan tener la oportunidad de ejercer la fe y de ese modo ganar un gran premio en el Cielo.
(3) Puesto que Jesucristo es el Esposo de la Iglesia, es apropiado que guíe y gobierne a su Esposa, que proporcione su sustento y que se interese por su seguridad y bienestar. Hace esto, y mucho más también, en la Misa y los Sacramentos, así prueba que es un Amante cariñoso y fiel, que no permite que le falte nada a su Esposa en el tiempo y en la eternidad.
Recuerde, ¡ oh cristiano!, si vive en pecado mortal, que usted es una presa del diablo, un esclavo de Satanás. Por otra parte, si usted está en estado de gracia, es usted la esposa de Jesucristo, amado por Él y Él le proporciona abundantemente todos los medios de salvación que necesita.
Qué numerosos son las gracias y beneficios que le ofrece a usted este amante Esposo en la Santa Misa!. ¡ Qué numerosos son los medios que pone a su alcance para adquirir virtud, para asegurar su salvación!. Cada vez que asiste a la Misa en estado de gracia, con ¿tención devota y con espíritu recogido, Nuestro Señor, en su bondad inmensa, hace que usted participe en no menos y de setenta y siete gracias y frutos.
SETENTA Y SIETE GRACIAS Y FRUTOS ASEQUIBLES POR LA ASISTENCIA DEVOTA A LA SANTA MISA.
1.Dios Padre manda a su amado Hijo bajar del cielo por su
salvación.
2.El Espíritu Santo cambia pan y vino en el verdadero Cuerpo y
sangre de Cristo.
3.El Hijo de Dios baja del cielo y se oculta bajo la forma de la
Sagrada Hostia.
4.Aún se degrada hasta tal punto que está presente en la
particula más diminuta de la Hostia.
5.Renueva el Misterio redentor de la Encarnación.
6.Nace de nuevo en el mundo de una manera real y mística por
su salvación cada vez que se celebra la Santa Misa.
7.Hace sobre el Altar los mismos actos de adoración que hizo
cuando estaba en la tierra por su salvación.
8.Renueva su amarga Pasión para que usted pueda participar en
ella, por su salvación.
9.Renueva místicamente su muerte y sacrifica su vida preciosa
por usted.
10.Derrama su Sangre de una manera mística y se la ofrece a la
divina Majestad por usted.
11.Con su preciosa Sangre; asperja su alma y la purifica de toda mancha de pecado.
12.Cristo se ofrece por usted como un verdadero holocausto y le
da a la Divinidad el honor supremo que le es debido.
13.Por el ofrecimiento de este acto de adoración a Dios, usted
esta haciendo reparación por sus faltas en darle la gloria que merece.
14.Por usted, Cristo se ofrece como un sacrificio de alabanza,
expiando sus omisiones en alabar su Santo Nombre.
15.Por el ofrecimiento de esta oblación con Cristo, está dándole mayor alabanza que los ángeles.
16. Cristo se ofrece por usted como un sacrificio perfecto de acción de gracias, en compensación por todas las veces que usted no lo hizo.
17.Por el ofrecimiento del acto de acción de gracias de Cristo a
Dios, está usted agradeciendo suficientemente por todos los dones y
beneficios que de Él ha recibido.
18.Cristo se ofrece por usted como la Víctima todopoderosa,
reconciliándole con Dios a quien usted ha ofendido por el pecado.
19.Perdona todos sus pecados veniales con tal que esté resuelto
firmemente a evitarlos.
20.Usted también hace reparación por sus muchos pecados de
omisión, cuando dejó de hacer el bien que pudo hacer y no hizo.
21.Quita muchas de las imperfecciones que tienen sus buenas
obras, como vanidad.
22.Perdona a usted muchos de esos pecados, sean olvidados o
desconocidos, que nunca ha mencionado en Confesión.
23.Se ofrece como Víctima para hacer satisfacción por una
parte a lo menos de sus deudas y transgresiones.
24.Cada vez que asiste a Misa, usted puede hacer más
reparación por sus pecados que la que puede hacer con el acto más
severo de penitencia.
25.En la Misa, Cristo le acredita con una porción de sus
méritos, que usted puede ofrecer a Dios Padre en reparación de sus
pecados.
26.Cristo se ofrece en la Misa por usted como la ofrenda de paz
más eficaz tan ardientemente como intercedió por sus enemigos en la
Cruz.
27.Su Preciosa Sangre suplica por usted en el Altar en palabras
tan incontables como las gotas de Sangre que fluyeron de sus venas
durante su Pasión.
28.Cada una de las heridas adorables que sufrió su Sagrado
Cuerpo es una voz pidiendo clemencia.
29.En virtud de la reparación realizada por esta Víctima, las
peticiones hechas durante la Misa serán concedidas más pronto que las
hechas fuera de la misma.
30.Su oración es más eficaz durante la Santa Misa que fuera de ella.
31.Esto es porque Cristo une sus oraciones con las suyas y se
las ofrece a nuestro Padre Celestial.
32.También informa al Padre de sus necesidades y los
peligros a los cuales está usted expuesto, y hace de su salvación eterna
su interés particular.
33.Los ángeles que también están presentes en la Misa suplican
por usted y presentan sus pobres oraciones ante el trono de Dios.
34.El Sacerdote ofrece la Misa por usted, y en virtud de esta
ofrenda, usted queda especialmente protegido frente al perverso
enemigo.
35.Le ofrece el Santo Sacrificio de la Misa a Dios Omnipotente
por usted y su salvación sempiterna.
36.Cuando asiste a Misa con devoción, es usted mismo un
sacerdote en el alma, autorizado por Cristo para ofrecer la Misa por
usted mismo y otros.
37.Por el ofrecimiento de este Santo Sacrificio, está presentando
la dádiva más grata a la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu
Santo.
38.En realidad, en la Misa se ofrece la más preciosa de todas las
dádivas que tiene un valor mayor al de todas las cosas en el cielo y en
la tierra juntas.
39.La dádiva que ofrece en la Misa es verdaderamente preciosa,
es el mismísimo Dios.
40.Por este Sacrificio, usted está honrando a Dios como solo Él
es digno de ser honrado.
41.Por este Sacrificio usted le da satisfacción infinita a la Stma Trinidad.
42.Usted puede presentar esta Oblación gloriosa como su propia
dádiva, pues Cristo mismo se la dio.
43.Cuando usted asiste a Misa correctamente, está cumpliendo
un acto de adoración altísima.
44.Por la asistencia a la Misa está usted rindiendo la reverencia
más profunda, el homenaje más adecuado a la Sagrada Humanidad de
Nuestro Señor.
45.Es el mejor medio de todos de venerar la Pasión de Cristo y
de obtener una parte en los frutos de su Pasión.
46.Es también el mejor medio de venerar a la Santa Madre de
Dios y de aumentar su alegría.
47.Por la asistencia a la Misa, puede usted dar a los Ángeles y
Santos mayor honor que por la recitación de muchas oraciones.
48.Por la asistencia a la Misa con devoción, puede usted
también enriquecer su propia alma, más que por cualquier otro medio.
49. Porque, por hacer esto, está usted cumpliendo una obra buena del mayor valor posible.
50.Es el ejercicio más excepcional de Fe pura que recibirá un
premio grande.
51.Cuando usted hace una reverencia a la Sagrada Hostia y a la
Sangre Preciosa, está en realidad cumpliendo un acto supremo de
Adoración.
52.Pues cada vez que contempla con reverencia a la Sagrada
Hostia, acumula una recompensa en el Cielo.
53.Cada vez que usted golpea su pecho con compunción,
algunos de sus pecados son perdonados.
54.Si asiste a Misa en pecado mortal, Dios le ofrece la gracia de
la conversión.
55.Si asiste a Misa en estado de gracia, Dios le da un aumento
de gracia santificante.
56.En la Santa Comunión en la Misa, usted realmente recibe la
Carne de Cristo para comer y su Sangre Preciosa para beber.
57.En la Misa, usted tiene el privilegio de contemplar a Cristo
con sus propios ojos escondido bajo el Velo Sacramental y de ser
contemplado por Él.
58.Usted recibe la bendición del Sacerdote, que es confirmada
por Cristo en el Cielo.
59.A causa de su constancia en asistir a Misa, usted obtendrá
bendiciones corporales y espirituales.
60.Además, será preservado contra muchas desventuras que le
pasarían si no asistiese a la Santa Misa.
61.También será fortalecido contra tentaciones que si no le
habrían vencido.
62.Por la asistencia frecuente a la Santa Misa, usted obtendrá la
gracia de una muerte santa.
63.Su amor a la Santa Misa que usted ha manifestado,
conseguirá para usted la ayuda especial de los Angeles y Santos en su
lecho de muerte.
64.El recuerdo de las Misas a las cuales usted haya asistido
durante su vida será un dulce consuelo para usted en la hora de su
muerte y le inspirará confianza en la Misericordia Divina.
65.Estas Misas frecuentes no serán olvidadas cuando se
encuentre ante el Juez severo, le inclinarán a moderar la justicia con misericordia.
66.Usted no tiene que temer un tiempo largo y terrible en el
Purgatorio cuando, en gran parte ha expiado sus pecados por la
recuente asistencia a la Santa Misa.
67.Una Misa asistida con devoción hará más para disminuir las
penas del purgatorio que cualquier acto de penitencia, por muy difícil
que sea de hacer.
68.Una Misa asistida durante su vida será de mayor beneficio
para usted que muchas Misas de Réquiem después de su muerte.
69.Por la frecuente asistencia a la Santa Misa ganará usted un
lugar alto en el cielo que será suyo para toda la eternidad.
70.Su felicidad en el cielo, además, se verá aumentada por cada
Misa a la cual haya asistido en la tierra.
71.Ningunas oraciones ofrecidas por sus parientes o amigos son
tan eficaces como la asistencia a una sola Misa ofrecida en nombre de
ellos.
72.Puede recompensar abundantemente a todos sus
benefactores asistiendo a Misa por su intención.
73.La mejor ayuda, la mayor consolación que les puede ofrecer
a los afligidos, los enfermos, los moribundos, es asistir a Misa en
nombre de ellos.
74.Por esta misma manera, usted puede obtener para los
pecadores la gracia de su conversión.
75.Puede ganar también gracias para todos los cristianos fieles.
76.Además, puede lograr un gran refrigerio para las benditas
almas del Purgatorio.
77.Si no tienen en su poder obtener una Misa celebrada por sus
amigos o parientes difuntos, la asistencia devota al Santo Sacrificio
puede liberarles del tormento de sus llamas.
¿Qué piensa usted ahora de la Santa Misa? ¿Puede haber alguna otra obra buena en el mundo, por la cual sean puestas a nuestro alcance tantas gracias?. Ya no es posible cuestionar la verdad de las palabras del P. Sánchez arriba citadas: ” si los Cristianos supieran aprovecharse de la Santa Misa, adquirirían mayores riquezas que las que se pueden encontrar en todo lo que Dios ha creado.”. En verdad, tenemos una mina preciosa en la Misa: bendito sería aquel que supiese ganar tesoros tan grandes a costa de tan poco trabajo.
¿Quién se perdería la Santa Misa de buena gana?, ¿quién no se deleitaría en asistir a ella?. Entonces nunca dejemos pasar una oportunidad de asistir a Misa.
No asistir diariamente a la Santa Misa por mero descuido o pereza, probaría que o éramos ignorantes, o indiferentes a los vastos tesoros divinos que contiene.
Que Dios conceda que los que lean este libro puedan de ahora en adelante apreciar con mayor profundidad esta perla de gran precio, estimarla más y buscarla con mayor diligencia.
http://tealabamos.wordpress.com/2008/04/03/los-misterios-de-la-misa-por-rvdo-padre-martin-von-cochem-ofm/
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